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Poder de decir la verdad

Finalmente un frente amplio de izquierda logró que Ollanta Humala asuma la presidencia de la República del Perú para los próximos cinco años. Pero no lo hizo solo: las relaciones de poder también deben construirse con viejas figuritas. El salto de la izquierda a la derecha es sólo un ministerio… La verdad la dicta la economía.

Luego de la victoria sobre Keiko Fujimori en el ballotage de julio, Ollanta Humala juró la Constitución Nacional de Perú para ser Presidente por los próximos cinco años. Si de imagen se habla cuando de política se trata, el Presidente electo hizo honor al “teatro mundis” (del cual somos parte como actores y público) y juró por la Constitución anterior a la promulgada por Fujimori padre. Esto, que parece auspicioso, dejó en offside a todos aquellos que juran sus cargos en distintos países del mundo. Pero si de política se trata, de simbolismo hablamos. Y la realpolitik… La verdadera, aquel campo por donde pasan las cosas, no es el simbólico, es el real: el económico.

A sólo diez días de su triunfo electoral, Ollanta Humala fue solicitado por varios mandatarios del globo. Se evidenciaba un cambio concreto en un país que siempre mantuvo relaciones carnales con Norteamérica, cumpliendo a raja tabla sus pedidos. No tan buen hijo como los chilenos, los peruanos comparten, entre otros documentos, tratados de libre comercio con Estados Unidos que se respetarán con la nueva gestión. Pese a esta rendición ante un país central, no es casualidad que lo haya recibido Obama en su propio despacho… “De sorpresa”, según afirmaron los cables informativos. ¿Por qué Obama podría estar interesado en un país donde ganó la izquierda? Pues bien, Perú sigue siendo junto a Colombia el mayor productor de cocaína del mundo y ha sido desde hace muchos años un bastión, un territorio, desde donde USA puede mirar/controlar parte del continente, al menos a aquellos países con salida al Pacífico (y sumado a esto un crecimiento en sus índices macroeconómicos a la par de sus vecinos de la región). Pero, también, la elección de un Gobierno de las características del de Humala permite poner en el tapete nuevos temas y no sólo aquellos funcionales a los Chicago Boys: una salida al mar para Bolivia; un corredor con salida al Pacífico para Brasil; relaciones directas con Hugo Chávez y políticas sociales más cercanas a lo que está pasando en el resto de los países sudamericanos y no así las que se aplican en “el ejemplo a seguir de Chile”.

Luego de su visita por la Casa Blanca, nombró al gabinete que lo acompañará el tiempo que se considere. Pues bien, el Ministerio más importante, el económico, quedó en manos de un ex ministro de Alan García, el Presidente saliente auto-catalogado como neoliberal. Y los mercados aplaudieron, la bolsa subió y sonrió… Lo opuesto a lo que ocurrió un día después a que Humala ganara las elecciones (la bolsa de comercio de Perú tuvo la baja más importante en su historia). Hay un poder financiero que todo lo puede, que todo lo exige y si no se cumple su capricho te hunde. Dice “la verdad” con sus estadísticas y genera caos en la sociedad (las mismas estadísticas que aseguran un crecimiento del país, vaya ironía).

Hoy no se usan armas para derrocar gobiernos. La bolsa de valores y la prensa conservadora ocupan el espacio que los fusiles tenían. La democracia, para estos poderes, es el mejor negocio… Ya que justamente no por ser un sistema democrático dejarán de presionar cual poder coercitivo. El poder financiero especulativo derroca gobiernos, y en asociación directa con los medios de comunicación no sólo “bajan” a los movimientos populares con sus estadísticas, sino que generan un régimen de verdad del cual es difícil salir. Un régimen de verdad en el cual el poder político tiene la obligación de cumplir con ciertas exigencias… Caso contrario la tranquilidad no será una característica de esas latitudes. Un régimen de verdad desde donde se mide lo que está bien y lo que está mal… Y el día que ganó las elecciones la cosa “estaba mal”. Hoy, que se nombró a un ministro de Economía neoliberal la cosa “está bien”. Veremos como sigue esta historia… Y esperemos que Humala pueda hacer Historia.

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