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Chile, Notas de agenda

Del elogio al cuestionamiento hay un solo paso… O al menos unos pocos meses

Sebastián Piñera asumió la presidencia de Chile hace algo más de un año, convirtiéndose en el primer Presidente de derecha electo desde que Augusto Pinochet dejara su cargo. Su larga trayectoria como empresario (rol que le permitió amasar una gran fortuna) y viejo dirigente de las filas del partido Renovación Nacional lo ubicaron en lo más alto de la pirámide política.

La asunción de Piñera estuvo marcada por el terremoto que sacudió a Chile, allá por febrero de 2010. Luego, cuando su gestión estaba dando los primeros pasos, se encontró con 33 mineros en el fondo de la tierra. En sólo seis meses, el Gobierno entrante tenía que afrontar dos vicisitudes que le ponían la soga al cuello. Estrategia retórica y mediática mediante, el Presidente chileno finalizó el 2010 como un mandatario capaz de conducir “grandes tormentas”. Con un prestigio internacional tan alto, que lo llevó a ser recibido con aplausos por todo el personal del Primer Ministro británico, sacarse fotos mostrando restos de piedras de la mina San José y recibir halagos de Isabel II. Todo parecía indicar que de ahí en adelante el Gobierno del ex presidente de LAN Chile sería inquebrantable. Pero no fue así, el presente de su país marca una profunda crisis política y social.

Varios son los incendios que tienen lugar en el escenario político de Chile. La crisis del sistema educativo [1] (que ha provocado multitudinarias movilizaciones, tomas de colegios, enfrentamientos con la policía, etc.), los trabajadores de cobre que se oponen a la privatización de la empresa estatal Codelco, mapuches que día a día pelean por una justa distribución de tierras, las demandas judiciales que enfrenta el mega proyecto hidroeléctrico HidroAysén (avalado por el Gobierno); colocan a Piñera en un lugar completamente distinto. Pasó de ser tratado como el mejor timonel de tormentas, a un Presidente incapaz de abordar los temas de fondo que atraviesan a gran parte de la ciudadanía, como han de ser la educación y la administración y protección de los recursos naturales.

El principal foco de conflicto está situado en el campo de la educación. Desde hace varias semanas, las movilizaciones estudiantiles están a la orden del día. Miles de estudiantes reclaman por una mayor participación del Estado en materia educativa. Mientras que Piñera considera que la educación es un bien de consumo, las calles reclaman educación pública, gratuita y de calidad. Ante este reclamo, el oficialismo apeló a los camiones hidrantes y a propuestas discutidas de forma unilateral con el objetivo de aplacar los ánimos. Los estudiantes redoblaron la apuesta, las movilizaciones continuaron y el Presidente chileno se vio obligado no sólo a cambiar su ministro de Educación, sino a realizar ocho cambios en su gabinete. Parece que al DT no le gustaba como estaba jugando el equipo, podía perder el campeonato y movió las fichas. Cuando las voces que se alzan son muchas, algunos muros son posibles de derribar.

Los conflictos aun siguen abiertos. El nuevo ministro de Educación cedió y está intentando armar una mesa de diálogo con los principales referentes del Movimiento por la Educación. En el caso de los trabajadores del cobre, el paro general es la medida adoptada para evitar la privatización de Codelco. Los mapuches ahí están, aguantando la envestida de las empresas forestales, los capitales privados y la represión de los carabineros.

El país trasandino ha elegido un Presidente que construyó su perfil sustentado en la imagen de un correcto administrador, de un empresario exitoso. Su llegada al Gobierno resultaba fundamental para administrar correctamente los recursos del Estado, se construía de esa manera una gestión de corte empresarial. Esto no significaba librar todo al control de las fuerzas del mercado, pero sí desarrollar políticas e intervenir desde lo público apoyando y favoreciendo a un sector determinado.

Podríamos decir que quienes en estos días se movilizan en Chile son quienes no votaron a Piñera. Sin embargo, el descontento y el descreimiento a este Gobierno es generalizado (principalmente lo sucedido en torno a la crisis educativa y los ocho cambios en el gabinete son una muestra de ello). Chile afronta una paradoja: la ciudadanía le pide al Gobierno conservador (al cual votó y que se construyó en torno a la imagen empresarial) una mayor participación e intervención del Estado y desarrollo de políticas públicas que tiendan a la inclusión y a proteger a los más desamparados. Pareciera que a la hora de votar, en algunas ocasiones, reina el individualismo y el cortoplacismo. Quizás las sociedades no se encuentran lo suficientemente maduras (o haya que trabajar más en ello) para analizar y pensar los distintos proyectos que se le ofrecen a largo plazo, de manera global. Esperemos que la paradoja no sea irresoluble y que la participación ciudadana, y la fuerza de miles de jóvenes que marchan en las calles, despierte esos sentidos ciudadanos que muchas veces aparecen adormecidos.


[1] Vale aclarar que este debate viene desde hace tiempo. No es únicamente responsabilidad del gobierno actual. Lo que se cuestiona es la forma de abordar el conflicto por parte de Sebastián Piñera.

Comentarios

3 comentarios en “Del elogio al cuestionamiento hay un solo paso… O al menos unos pocos meses

  1. En el programa de ayer revisitaron la marcha del Parque O´Higgins a través de sus consignas.
    Agrego otra de una movilización anterior, que decía algo así: «Disculpe las molestias. Estamos cambiando el mundo por usted».
    Abrazos muchos!

    Publicado por sol(gm) | 23 agosto, 2011, 17:50

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